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El último
de los procesos implicados en la transición al mercado de trabajo ordinario
vuelve a tener como interlocutor a la PTI, pero en esta ocasión ya en tanto
que persona autónoma que ha finalizado su itinerario en la empresa de
inserción y se incorpora al mercado de trabajo ordinario, ya sea mediante la
consecución de un empleo o bien mediante el proceso de búsqueda del mismo. Ya
no se le puede calificar como PTI, por lo tanto, sino como persona
trabajadora simple y llanamente.
Nos encontramos, por lo tanto, ante dos situaciones posibles que tendrán,
muy probablemente, a la antigua PTI en condiciones bien distintas. Si se
encuentra en situación de empleo, es probable que continúe la sensación de
empoderamiento desde la finalización de su itinerario, incluso a pesar de que
las condiciones del nuevo puesto de trabajo puedan no ser tan cuidadas como
las que ha encontrado en la empresa de inserción. Si, por el contrario, se
encuentra en proceso de búsqueda de empleo, es probable que la exPTI
atraviese un momento de dificultad, añore el puesto de trabajo en la empresa
de inserción, dude de sus capacidades y tienda a culpabilizarse por no
encontrar empleo.
Es en los procesos de orientación e intermediación donde hay que preparar a
la PTI para estas situaciones, pero ahora debe ser atendida también, en ese
compromiso de seguimiento en los seis meses posteriores a la salida de la
empresa de inserción al que se obliga legalmente la empresa de inserción. Es
probable que sea la PTA o quizás las PTP quienes, por su conocimiento de cada
persona, estén en mejores condiciones de ofrecer ese apoyo que, a su vez, la
exPTI debe estar dispuesta a aceptar.
Ese acompañamiento puede consistir en reforzar los logros conseguidos ya en
situación de empleo y ayudar a la persona a lidiar con las circunstancias
ordinarias del empleo, tal vez menos amables que las de la empresa de
inserción; pero puede consistir también en reforzar la autoestima de la
persona y mantener su motivación incluso cuando no consigue acceder a ofertas
de empleo ajustadas a sus expectativas o necesidades. El proceso de toma de
conciencia que es dimensión relevante de la orientación debe salir aquí de
nuevo a la luz para asegurar un conocimiento apropiado tanto de las propias
capacidades y expectativas como de las posibilidades que el mercado ofrece en
una época y sector determinados.
Entre las dificultades, podemos encontrar la aparición de creencias
negativas: no sabré hacerlo, me despedirán, mis compañeros van a rechazarme…;
fatiga, cansancio físico, cambio de rutinas, etc. El seguimiento en este
momento debe servir también para potenciar la empatía y comprensión junto a
la conciencia, valorando además el esfuerzo que supone para la exPTI iniciar
una nueva andadura, valiéndose ya por sí misma y sin los apoyos que
proporciona la empresa de inserción. Es importante reforzar sus logros y
transmitir confianza en sus posibilidades. Incluso aspectos que pueden
parecer menores, como proporcionarle información sobre la manera de
trasladarse a la empresa pueden resultar útiles para reducir la ansiedad ante
los cambios (por ejemplo, proporcionando horarios de autobuses, planos,
contactos, asistencias…).
Corresponde a la exPTI valorar la intensidad y frecuencia de este soporte
que, por su parte, puede suponer un valor añadido a contemplar en el proceso
de prospección.
A continuación, enumeramos y definimos brevemente cada una de las tareas
que hemos identificado como propias de este proceso y para las que hemos
localizado herramientas apropiadas:
● Diagnóstico de la situación laboral actual de las personas al
finalizar su itinerario en la empresa de inserción, en relación al mercado
laboral. Identificar sus competencias, carencias y motivaciones en relación
al mercado laboral en general, y a ofertas de trabajo concretas, en
particular. De nuevo, el autodiagnóstico de competencias y empleabilidad es
relevante, como lo es actualizar el ajuste laboral, contemplando intereses y
preferencias.
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●
Obtener información actualizada y detallada sobre la calidad del tránsito al
empleo ordinario, que consiste en realizar tutorías de seguimiento a voluntad
de quien fue PTI pero también llevar un registro de la situación laboral, que
podría agilizarse mediante la cesión de datos para poder acceder a la vida
laboral, desahogando así a quien fue PTI y permitiendo evaluar mejor el
trabajo de las EI.
● Analizar la información sobre los procesos de tránsito, así como la
posible inserción, incluso si consiste en entradas y salidas al empleo.
● Acompañamiento al tránsito al empleo ordinario, a voluntad de quien
ya no es PTI y que por lo tanto carece de relación contractual, pero que
puede requerir ese seguimiento a distancia al que poder recurrir en momentos
puntuales, para los que el personal de la EI debe estar dispuesto.
Nota final: El mercado de trabajo post-Covid.
La transición al mercado de trabajo ordinario requiere conocer el contexto
laboral, valorando las necesidades para absorber una determinada mano de
obra, conocer también las condiciones en que opera ese mercado de trabajo y,
por lo tanto, las características y requerimientos de los puestos de trabajo
más allá de las competencias técnicas.
Conviene conocer también la evolución de la demanda tanto sectorial como
territorialmente, para que se pueda orientar a las PTI hacia esos huecos de
mercado, tanto si son de baja cualificación, lo que permite desvincular el
sector de destino del de origen, como si son de una cualificación más alta,
lo que permite ya poder pensar en un proceso de planificación de la
carrera.
Actualmente no hay imperativos legales de obligación de contratación cuando
las personas finalizan su paso por la empresa de inserción, sí normas de
acompañamiento en los 6 meses restantes, u otras…. La ley de empresas de
inserción se aprobó un año antes de la Gran Crisis Financiera de 2008, que
aceleró procesos de degradación de las condiciones de los puestos de trabajo.
Ahora, tras la crisis provocada por la Covid, conviene revisar las
condiciones del mercado de trabajo pero sin renunciar a la convicción de que
un empleo, un empleo estable y digno, es garantía de la inclusión social, una
convicción que cuesta cada vez más sostener ante el deterioro de la calidad
de las relaciones laborales, la creciente precarización, la temporalidad
indeseada, la estacionalidad y el surgimiento de nuevos fenómenos como el de
trabajadores pobres. Hay que explorar también las posibilidades de la
economía social y solidaria, la economía circular o la economía del bien
común, y prestar atención al trabajo de plataformas y al impacto de la
digitalización de los procesos de trabajo.
Sin embargo, la respuesta de la Unión Europea a la crisis causada por la
pandemia de Coronavirus camina en dirección bien distinta a la de la crisis
financiera, el mecanismo de recuperación y resiliencia y los fondos Next
Generation parecen estar creando un clima más propicio a la contratación, a
la contratación responsable y al cambio en el modelo productivo respecto a
las anteriores décadas, en busca también de una reindustrialización de
Europa. Al mismo tiempo, la última reforma del mercado laboral, junto a la
subida del salario mínimo interprofesional, son medidas que también rompen la
tendencia que se había dado en materia de relaciones laborales desde finales
de los años Ochenta y suponen cierta recuperación de derechos laborales de la
clase trabajadora. El resultado de estas políticas europeas y nacionales
parece ser el de un aumento de las ofertas de empleo, disminución del empleo
precario y mejores condiciones laborales para el conjunto de la
población.
Es importante que situemos la reflexión sobre la situación actual del
mercado laboral en relación con el trabajo que tenemos que realizar en las
empresas de inserción en lo técnico y en lo político. Con una creciente
precariedad tanto en la temporalidad como en la calidad del empleo, es
fundamental esta reflexión ya que forma parte importante del proceso y de
cuáles son las estrategias que tenemos que desarrollar en cada territorio. |
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